Pocas personas han representado tan bien lo que significa Anaitasuna como José Mari Senosiain. Por eso, cuando ha fallecido, nos ha dejado un hueco absolutamente imposible de ocupar. Su gran calidad humana hace que su colaboración con el club y el compromiso con su sección de balonmano quede en segundo plano.

Anaita está profundamente de luto por su muerte y queremos acompañar a su familia en el sentimiento, aunque el Anaita era también su familia o, al menos, parte importante de su vida. Su sonrisa y su cariño, su aportación al club, dejan en todos un recuerdo imborrable y entrañable.

En este momento, queremos mandar un abrazo muy fuerte a toda su familia y, especialmente, a Mikel, Txema, Alicia, Unai, Zuriñe y Mercedes, sus hijos, quienes han crecido con un balón de balonmano y el sonido de su bote en la madera del paquet de la Catedral. Descanse en Paz, José Mari, goian bego.