El reto que se ha planteado Helvetia Anaitasuna de acoger la fase final de la Copa del Rey es importante, pero es real. Nuestro club sabe perfectamente qué significa organizar un evento tan importante, la experiencia es un grado en este tipo de eventos, donde se trata de conseguir fondos y hacer funcionar a una estructura tan amplia de personas.
La Catedral ha vivido dos grandes tardes de balonmano con dos finales de gran calado. Estaba arrancando la década de los 90 cuando nuestro balonmano iniciaba ese proceso de encumbramiento que ya traía a la liga Asobal a los mejores del mundo. Algunos de ellos se dieron cita en nuestra pista en una fase final de Copa que se cerró con un partido histórico entre Avidesa Alzira y Barcelona.
Grandes veteranos como Stinga o Voinea, jugadores consagrados como Jaume Fort o jóvenes que ya despuntaban como figuras internacionales del nivel de Enric Masip vivieron uno de los momentos más intensos que se han vivido en la Copa. Empates, prórroga, gol de oro… Y triunfo de un Avidesa de Alzira que en aquellos momentos era uno de los grandes de la liga. Toda la España balonmanísitica disfrutó a través de la televisión de un ambiente y un entorno incomparable.
Fue una cita que los amantes del balonmano no olvidan y que no hubiera sido igual de no haberse jugado en nuestra Catedral. La segunda gran tarde de balonmano que se ha vivido en la pista del Anaita es historia de nuestro deporte. El equipo navarro del Itxako llegaba a la final de la Champions League, un hito para del deporte femenino y para este deporte.
Toda Europa vio qué ambiente se podía crear en un lugar tan especial como la Catedral. El todopoderoso Larvik noruego, campeonísimo continental, tuvo muy comprobado el choque, pero el aliento de las 3.500 personas que rebosaron nuestra pista comenzaron a empujar a las de Estella, que se quedaron muy cerca de conseguir lo más grande.
¿Quieres saber cómo sería una gran final en la Catedral?
No lo imagines ¡Recuérdalo! Eduardo Romero en su blog nos deja estas dos joyas del balonmano.