Helvetia Anaitasuna ha caído en una complicadísima pista como es Huesca. El 28-25 definitivo no refleja el gran partido de los nuestros y la tremenda igualdad entre los dos conjuntos. El esfuerzo de la Copa ha servido para que el equipo haya estado muy vivo, pero también es cierto que en los últimos instantes ha podido pasar factura en lo físico.

El inicio del partido ha sido el peor momento de los de Etxaburu. Las primeras ventajas han sido para un Balonmano Huesca empeñado en demostrar su condición de local. El 3-1 favorable para los de Nolasco en los primeros cinco minutos auguraban un partido menos equilibrado y con buenas sensaciones para los aragoneses.

Nada más lejos de la realidad. Poco a poco, y con ayuda de la tremenda defensa navarra, el marcador se ha equilibrado. Los empates se han ido sucediendo durante toda la primera mitad hasta que Helvetia Anaitasuna ha conseguido ponerse por delante en el marcador. El partido se convertía entonces en una montaña rusa en la que ambos equipos se disputaban el mando del choque.

La ventaja mínima al descanso, 12-13, daba la pauta para el arranque de la segunda parte. Seguía la máxima igualdad y se cumplían los pronósticos de Etxaburu en la previa, donde vaticinó un choque muy intenso y físico. Sin embargo, los nuestros han mantenido un gran nivel y han sido capaces de ampliar un poco las diferencias, hasta dos goles apenas.

Pero el partido era claro que iba a ser de infarto. Los últimos minutos han sido un manojo de nervios en los que se ha decidido el resultado final en los pequeños detalles. Ahí ha estado mejor el conjunto local, que ha abierto una pequeña brecha de dos goles que le ha permitido afrontar el último minuto con ventaja y posicionarse muy bien para ganar el partido.

El final 28-25 no refleja bien la igualdad que ha habido entre ambos conjuntos durante todo el choque, ya que es la máxima diferencia para los locales. Ahora, a pensar en el siguiente partido, el próximo sábado a las 18.00 horas ante el Barcelona en la Catedral.